martes, 30 de octubre de 2007

Y Esto, ¿Quién Lo Paga?



(Cockburn Street)

Hoy comentaré algunas peripecias en el restaurante que trabajo:

Al poco de llegar; James, uno de los camareros, me dijo con perfecta flema inglesa, mas concretamente de Cambridge; que yo había estado en uno de sus sueños y yo asombrado ante esa afirmación, le pregunté por ello. Y me dijo que en ese sueño: Yo llegaba a su casa bastante borracho, en plena noche y le pedía que me hiciera la cena. Él accedió y me trajo un plato con Yorkshire Pudding (básicamente es pan en forma de seta gigante), yo lo rechacé. Le dije que estaba muy cansado y que iba a dormir en su sofá, pero que antes de eso me diera un Gin-Tonic, a lo que él me dijo que, como no bebe no tiene alcohol en su casa. A la mañana siguiente, él se levantó y observó que yo ya no estaba en el sofá, que me había marchado, no sin antes dejar un rastro de vómito en el suelo.

No sé, ni que me tomara por el Dragón de Sanabria.

Ahora os paso un vídeo con unos tíos que suelen tocar en Princes Street



Ese mismo jueves, un poco mas tarde, había una de las mesas en la que se sentaron 2 escoceses (al menos eso creo) y 4 japoneses. Pidieron la comida y se pusieron a hablar de negocios, vi que uno de los japoneses sacó un maletín, lo abrió y se lo mostró a los otros dos socios (los que no eran japoneses), al yo no poder ver el interior del maletín recordé que algo parecido pasaba con el dichoso maletín de Marcellus Wallace en Pulp Fiction.

Yo continué sirviendo en las mesas. Y más tarde, vi que uno de los socios escoceses ya no estaba y que el otro estaba hablando acaloradamente con; sí, acertásteis, con James; y que la historia que ahora os cuento me la relató él.

James le dijo que la factura eran 300 libras, pero el escocés le dijo que su otro compañero de negocios había quedado en pagar la cuenta, pero que no entendía que había pasado, porque en un momento de la comida dijo su socio que tenía que ir a atender una llamada y, pasados unos 20 minutos estando sólo ante el peligro (quiero decir, delante de 4 japoneses que sólo aceptarían la mejor oferta para sus negocios) decidió ir a la puerta de nuestro restaurante para asegurarse de que su compañero seguía allí, pero no fue así.



(Interior del restaurante)

Llamó a alguien de la empresa para comentar la situación y le dijeron que su compañero había cogido un vuelo a Las Bahamas, dado que su secretaria había visto una hoja en su despacho con la impresión de un billete electrónico indicando ese destino, pero que nadie de la empresa entendía el porqué de ese viaje.

El hombre con cara entre indignada y preocupada le dio la tarjeta de crédito para pagar esa comida.

Luego, después de despedirse de los japoneses y con aparente rostro de no haberle ido bien el negocio que llevara entre manos, y que además, su compañero con el que poco antes estaba con sonrisa cómplice le había dejado solo. Pidió una botella del vino más caro y permaneció sentado en un sillón durante toda la tarde.

La verdad es que esa historia que me contó tiene mas intrigas que una peli de Hitchcock.

Dave uno de los mánagers, creo que es de Estados Unidos, que mejor que hacer una descripción de él, diré que se parece a Kingpin de Spiderman:


Me preguntó por las cicatrices que me hice con la bici, yo le dije que me estaba echando una crema y que, con ello, están disminuyendo las dos marcas en la frente, seguidamente, me dijo que el también se hizo cicatrices como las mías haciendo skating, lo que me costó creer en un tío como aquel...

Mas cositas, el viernes, al salir de trabajar, sería la 1 de la mañana, puse las luces de la bici como siempre, y emprendí el camino a casa. Pero cuando iba por York Place, vi que una agente de la policía me decía a través de la ventanilla del coche que me parara, yo hice lo que me pidió y me preguntó porque me había pasado un semáforo en verde (tenía razón, pero no era un cruce ni nada era simplemente un paso de peatones en el que me fijé que nadie cruzaba en ese momento) yo reconocí ese hecho y le dije que era la primera vez que lo hacía y que siempre me fijo en los semáforos (al decirle esa mentira me costó no reírme en su cara) la agente miró a su compañero de patrulla, movieron la cabeza de forma afirmativa, y me dijo que podía seguir la marcha, pero con más cuidado...






(Una foto de la amistosa policía edimburguesa)

4 comentarios:

Ed dijo...

Me ha gustado la historia de la trama mafiosa en tu restaurante :D Pero joder, pagar así de golpe y porrazo 300 libracas... ¡Dios! Me duele solo de pensarlo. ¿Contrataría después un sicario para que siguiera la pista a su "amigo" y lo ajusticiara debidamente? O_oU

Onio dijo...

Caro restaurante en el que trabajas tu, eh!!
Por cierto, te fijaste si a alguno de los japoneses les faltaba una falange del dedo meñique, jeje,...

Tonecas dijo...

Creo que todos tenían los dedos de las manos bien, pero alguno tenía una uña muy larga en el dedo meñique

Anónimo dijo...

Es curioso como la historia que cuentas como real parece ficción y, sin embargo, la que cuentas como un sueño parece terroríficamente real.